Sé que hace mucho que no publico nada, ¡bocsánat!
Estas pascuas he hecho un viajecito express a Polonia y, aunque al final me ha encantado, empezó bastaaante mal.
Primero el tren a Budapest se retrasó media hora, y cuando llegamos y conseguimos averiguar la parada del bus que nos tenía que llevar a Cracovia, ¡se retrasó CUATRO malditas horas más! Por lo que cuando al final llegó, tardamos otras siete horas en llegar al país. Un viaje cortico, vamos.
Llegamos al hostal de madrugada y a la mañana siguiente nos propusimos ir a visitar el campo de concentración de Auschwitz. Después de perder el bus porque no quedaban plazas y patearnos el centro buscando un tour privado, al final logramos llegar.
Fue una experiencia tan increíble como dura. Acabé hecha un mar de lagrimas, con un nudo en el estómago y el corazón en un puño. Pero mereció la pena. Es algo que sentía que debía ver, aunque obviamente no me gustó nada ver toneladas de pelo humano, zapatos apilados, ropa de niño, los pijamas de rayas e inumerables latas que antaño contenían el veneno con el que gaseaban a los prisioneros. Solo puedo describir aquel lugar como horrible.
Bueno, después de eso decidimos irnos de fiesta para olvidar las penas ya que era sábado y nosotros jóvenes. No sé dónde se metieron los polacos, pero yo solo escuchaba español por la calle, los bares y el hostal. ¡De verdad que somos una plaga!
A la mañana siguiente nos acoplamos en un free tour y recorrimos todo el casco viejo de la ciudad, ¡precioso! Nos contaron un montón de historias de todos los monumentos que veíamos, pero la que más me gusto y me llamó la atención fue una de ellas.
Hace miles de años, durante un asedio a la ciudad, una flecha cayó en la garganta de un trompetista que tocaba en lo alto de una torre. Lo que tocaba era una melodía para avisar de que el enemigo se acercaba. Dicha melodía quedó inacabada y como homenaje al trompetista, hoy en día se toca la misma canción desde lo alto de la torre, cada hora de cada día. Se toca en las cuatro direcciones (norte, sur, este y oeste) y termina con un final abrupto.
Obviamente esta historia es falsa, la explicación es que hace años un estadounidense fue a visitiar la ciudad y preguntó a su amiga polaca por qué se tocaba esa melodía cada hora. La mujer no lo sabía, así que inventó esta historia. Pero cuando el estadounidense volvió a su país escribió un libro llamado "El trompetista de Cracovia", y la historia se hizo tan popular que hasta los mismos polacos la creen.
Estando en la ciudad he escuchado esta canción muchas veces, y me encantaba por lo peculiar que sonaba al no tener un final. Acaba de repente como si de verdad le hubieran lanzado una flecha al trompetista.
Esa misma tarde hicimos otro free tour por el barrio judío de la ciudad, donde se grabaron muchas escenas de "La lista de Schindler".
Cada vez que pasábamos por algún lugar que salía en la película, el guía nos contaba dicha escena.
El resto del viaje fue más calmado y menos interesante, así que lo dejaré por ahora.
Prometo que escribiré más a menudo :)
¡Felices juernes!
La torre de la izquierda es desde donde se toca la melodía.