viernes, 11 de julio de 2014

Reflexiones

Estos últimos meses me han hecho madurar de golpe, tanto por las cosas buenas como por las malas que me han pasado. Después de lo mucho que he sufrido, llorado, reído y disfrutado solo puedo dar las gracias. Gracias a todas estas experiencias puedo enorgullecerme de la persona que soy ahora. No soy ni mejor ni peor que antes, solo diferente. Y me gusta.
Si he podido con todo lo que me ha venido encima en tan poco tiempo, siento que puedo con todo lo que pueda pasarme y más. Soy más fuerte de lo que pensaba.
He aprendido a apreciar hasta las cosas más pequeñas, cosas en las que antes ni me fijaba. He dejado a un lado ese rencor que solo hace daño a uno mismo y en lugar de eso cada día tengo un poco más de paciencia. Paciencia con las personas, con el día a día, con todo lo que puede destrozarte si piensas demasiado en ello. He aprendido a perdonar incluso aquellas cosas que antes se me antojaban imperdonables, porque me he dado cuenta de que cuando lo hago al día siguiente me levanto con una sonrisa. Soy un poquito más feliz y eso me encanta.
En resumen eso es lo que he logrado, ser feliz conmigo misma.

miércoles, 2 de julio de 2014

Más que un trabajo

Hoy es uno de esos días en los que me siento maravillosamente feliz sin motivo alguno, pero me gustaría compartirlo ya que estos días no se dan siempre. No es que normalmente esté triste ni nada de eso, todo lo contrario. Pero no sé, siento que hoy es diferente. Espero que la cosa siga así y que vaya a mejor, porque es una sensación extremadamente agradable.
Hablando de cosas bonitas y felices, estas últimas semanas he tenido los mejores días de trabajo desde que estoy aquí. Me explico:
Cuando acabó el instituto ya no pudimos seguir con las clases de español, por lo que ahora nos dedicamos a viajar a pueblecitos y ciudades de Hungría donde vamos a colaborar en colegios de verano. Hemos ido a muchos pero dos de ellos me llamaron particularmente la atención, sobre todo el segundo. Ambos estaban llenos de niños muy dulces, agradables y agradecidos. Se podía ver lo contentos que estaban de que fuera alguien a jugar con ellos y sacarlos de la rutina. Además, muchos de ellos nunca habían visto a nadie extranjero ni habían viajado fuera de su pueblo o de Hungría. Por lo que estaban entusiasmados con la idea de tenernos con ellos, y lo demostraban. Son niños sin muchos recursos y eso es lo que los diferencia de los demás lugares a los que he ido. Como he dicho, el segundo fue el que más me gustó porque me sorprendió la rapidez con la que las niñas me cogieron cariño. Muchas de ellas se me acercaban y me abrazaban, me cogían de la mano, me sonreían, querían jugar conmigo, que me sentara al lado de ellas o simplemente hacerse decenas de fotos conmigo. La gracia de todo esto es que ninguno de los niños o niñas hablaban inglés o español, por lo que aunque me hablaran en húngaro yo no los entendía y a pesar de eso querían estar conmigo. A veces otras chicas voluntarias traducían lo que me querían decir, pero la mayoría del tiempo estaba con ellos sin entender nada.
Nunca me ha pasado nada igual y me siento sumamente agradecida de estar viviendo esta experiencia.
Esto pasó hace una semana y a día de hoy muchos de los niños me hablan por facebook preguntando cuándo voy a volver. Uno de ellos incluso me dice todo el rato que me quiere. Tiene unos 10 años y cuando le digo que no puede ser que me quiera me dice que sí, que claro que puede ser. 
Muchas veces no entiendo lo que quieren decirme porque lo traducen todo con el traductor de internet y, claro, las frases salen como salen.
Mi jefe ya ha hablado con el director del colegio y han programado otro viaje para ir en septiembre. Tengo muchas ganas de volver a verlos.
Por lo general no me suelen gustar los niños, pero estos se han ganado un huequecito en mi corazón.



Algunos de los niños del segundo colegio.

lunes, 28 de abril de 2014

Training en Budapest

Hace tres semanas pasé una semana en Budapest en la que estuve haciendo lo que se llama "Arrival Training", que consiste en una preparación al servicio de voluntariado que estoy llevando a cabo. Pero no estaba solo yo, había otras 23 personas más de países como Italia, Francia, Alemania, Rusia, Bulgaria, Finlandia, Rumanía, Eslovaquia, Macedonia, Austria, Letonia y, cómo no, otros cuatro españoles más (lo que nos hacía el grupo mayoritario).
La mejor parte del training no fueron las actividades ni nada de eso... ¡sino la fiesta que había por la noche! Empezamos a salir el lunes y parecía que fuera fin de semana por la cantidad de gente que había en la calle, los pubs y discotecas. Un ambiente increíble, totalmente diferente al que te puedes encontrar en España. Aquí están de moda los "ruin pubs", que como su nombre indica son pubs en ruinas. Unos sitios chulísimos.
Tanto en la calle como en los propios bares había una cantidad asombrosa de españoles, creí estar en casa de nuevo. La verdad es que es una ciudad increíble, pero no creo que me gustara vivir allí. La prefiero para pasar una semana o un finde, pero a la hora de la verdad me quedo con un sitio en el que pueda llegar a todas partes andando y sin tener que utilizar el transporte público. Por eso me gusta Debrecen, ya que ahora que vivo en el centro no tengo la necesidad de coger el bus o el tram.
Volviendo a esa semana, me sorprendió gratamente el buen ambiente que hubo entre todos los voluntarios. Conocí a gente maravillosa con la que sigo manteniendo el contacto e hice buena amistad. Ahora echo de menos a muchos de ellos ya que al vivir cada uno en una parte de Hungría es un poco más difícil vernos. Pero bueno, ¡para eso tenemos el tren!
Otro buen aspecto del training fueron nuestras dos monitoras; dos húngaras muy simpáticas y divertidas que hicieron más amenas todas esas horas de actividades (algunas bastante aburridas).
Estas últimas semanas mucha gente me ha preguntado por qué he elegido Hungría, teniendo tantos sitios más donde escoger. La verdad es que aunque no es el mejor país del mundo (ni económica, ni políticamente, ni nada), no cambiaría esta experiencia por ninguna otra. Todas las personas que he conocido aquí me ha aportado algo nuevo y me siento muy afortunada de haberlas conocido. Así que si están leyendo este post, me gustaría darles las gracias.

Gracias a todos y cada uno de vosotros, ¡pasad un buen lunes!


jueves, 24 de abril de 2014

La aventura polaca

Sé que hace mucho que no publico nada, ¡bocsánat!
Estas pascuas he hecho un viajecito express a Polonia y, aunque al final me ha encantado, empezó bastaaante mal.
Primero el tren a Budapest se retrasó media hora, y cuando llegamos y conseguimos averiguar la parada del  bus que nos tenía que llevar a Cracovia, ¡se retrasó CUATRO malditas horas más! Por lo que cuando al final llegó, tardamos otras siete horas en llegar al país. Un viaje cortico, vamos.
Llegamos al hostal de madrugada y a la mañana siguiente nos propusimos ir a visitar el campo de concentración de Auschwitz. Después de perder el bus porque no quedaban plazas y patearnos el centro buscando un tour privado, al final logramos llegar.
Fue una experiencia tan increíble como dura. Acabé hecha un mar de lagrimas, con un nudo en el estómago y el corazón en un puño. Pero mereció la pena. Es algo que sentía que debía ver, aunque obviamente no me gustó nada ver toneladas de pelo humano, zapatos apilados, ropa de niño, los pijamas de rayas e inumerables latas que antaño contenían el veneno con el que gaseaban a los prisioneros. Solo puedo describir aquel lugar como horrible.
Bueno, después de eso decidimos irnos de fiesta para olvidar las penas ya que era sábado y nosotros jóvenes. No sé dónde se metieron los polacos, pero yo solo escuchaba español por la calle, los bares y el hostal. ¡De verdad que somos una plaga!
A la mañana siguiente nos acoplamos en un free tour y recorrimos todo el casco viejo de la ciudad, ¡precioso! Nos contaron un montón de historias de todos los monumentos que veíamos, pero la que más me gusto y me llamó la atención fue una de ellas.
Hace miles de años, durante un asedio a la ciudad, una flecha cayó en la garganta de un trompetista que tocaba en lo alto de una torre. Lo que tocaba era una melodía para avisar de que el enemigo se acercaba. Dicha melodía quedó inacabada y como homenaje al trompetista, hoy en día se toca la misma canción desde lo alto de la torre, cada hora de cada día. Se toca en las cuatro direcciones (norte, sur, este y oeste) y termina con un final abrupto. 
Obviamente esta historia es falsa, la explicación es que hace años un estadounidense fue a visitiar la ciudad y preguntó a su amiga polaca por qué se tocaba esa melodía cada hora. La mujer no lo sabía, así que inventó esta historia. Pero cuando el estadounidense volvió a su país escribió un libro llamado "El trompetista de Cracovia", y la historia se hizo tan popular que hasta los mismos polacos la creen.
Estando en la ciudad he escuchado esta canción muchas veces, y me encantaba por lo peculiar que sonaba al no tener un final. Acaba de repente como si de verdad le hubieran lanzado una flecha al trompetista. 
Esa misma tarde hicimos otro free tour por el barrio judío de la ciudad, donde se grabaron muchas escenas de "La lista de Schindler".
Cada vez que pasábamos por algún lugar que salía en la película, el guía nos contaba dicha escena.
El resto del viaje fue más calmado y menos interesante, así que lo dejaré por ahora.
Prometo que escribiré más a menudo :)

¡Felices juernes!

La torre de la izquierda es desde donde se toca la melodía.

viernes, 4 de abril de 2014

Un poquito de política

Hace unos días me enteré de que este domingo se celebrarán en Hungría las elecciones nacionales, y con ello me di cuenta de que no tenía ni idea de la situación política del país. Me puse a preguntar a mis conocidos húngaros y me contaron que aquí, al igual que en España, gobierna el partido conservador (los naranjas). Durante estos años también les han recortado en sanidad y educación, hasta tal punto que estos dos ahora forman un mismo ministerio.
Y en cuanto a corrupción tampoco se quedan cortos, todos meten mano de los fondos públicos y rechazan ayudas europeas para no tener que justificar en qué se gastan dicho dinero. ¿A qué me suena todo esto?
Por si no fuera suficiente, los diputados del partido ultraderechista llegan a la disparatada cifra de un 11%, siendo así el tercer partido más grande (el partido socialista tiene un 12% y el conservador un 58%, por eso es alarmante que socialistas y ultraderechistas gocen de casi la misma presencia en el gobierno). Éste defiende la supremacía de la raza húngara ante todo, teniendo como lema "Lo mejor, Hungría". Dicho partido gobierna en una ciudad cercana a la mía llamada Miskolc, en la que han erigido un monumento hacia las víctimas mortales de los gitanos. Si ya están mal vistos, esto solo aviva más el fuego. Ponen a los gitanos como los causantes de la violencia en el país, "los malos", aquellos a los que no han de acercarse. Pero no solo tienen el punto de mira en los gitanos; en mi ciudad la gente es muy racista. Este racismo llega al punto de que miran mal a cualquier persona de color o a aquella que no hable su idioma.
Voy a poner un ejemplo. Aquí para subir al autobús no suele hacer falta mostrar el billete porque se da por sentado que lo tienes, así que hice la prueba de subirme al bus calladita y sin enseñarlo. No me dijeron nada. Otro día me subí hablando en español y en menos de dos segundos ya me estaban dando un sermón en húngaro para que enseñara el billete. Como he dicho, éste es solo un ejemplo y podría poner muchos más, pero creo que el concepto ha quedado claro.
Quiero que conste que no me estoy metiendo con el país ni con la ciudad en la que vivo, ni mucho menos. Es más, ambos me gustan mucho, pero creo que estas son cosas inaceptables. Vivimos en una época en la que ya debieron quedar atrás este tipo de comportamientos, aunque desgraciadamente no es así. Es bastante triste.
Volviendo al tema del principio, estaré atenta este fin de semana para ver si sigue gobernando el partido conservador o gana la contra. Aunque ambos son el mismo perro con distinto collar.

Tengo que dar las gracias a mi amiga Dorka, (sé que estás leyendo esto, así que si me he equivocado en algo házmelo saber y lo rectificaré) que ha sido la que me ha informado de esta situación.

jueves, 3 de abril de 2014

Vuelta a Magyarilandia

Ya sé que hace más de una semana que no escribo nada, ¡pero tengo mis razones!
El jueves 27 a las tres y media de la tarde puse rumbo de nuevo hacia Hungría, y no llegué a Budapest hasta las once. Y, cómo no, el viaje fue movidito.
Nada más coger el primer vuelo (Alicante - Barcelona) y sentarme, el hombre que tenía al lado me dijo: "Esperemos llegar a Barcelona enteritos y que no se nos pierda el avión como ése de Malasia." La cara que se me quedó fue para enmarcarla. No sabía si reír o llorar, pero al final opté por reirle la gracia ya que iba a estar sentada al lado de ese hombre una larga hora. Después de todo, el señor resultó ser bastante majo y me preguntó si iba a quedarme en Barcelona o cogería otro avión. Le estuve contando un poco sobre mi viaje y me felicitó por hacer lo que estaba haciendo, ya que no mucha gente de mi edad coge este camino.
Después de aterrizar, pasar horas dando vueltas por el aeropuerto y otras tantas horas en el avión hasta llegar a la capital, al fin se acabó el viaje. Cuando bajé del avión había dos chicas húngaras de mi asociación esperándome. No las conocía de nada pero tenían un cartelito muy mono con mi nombre escrito en él. Me dijeron que teníamos que esperar al propietario del piso en el que íbamos a pasar la noche porque también aterrizaba en ese momento su avión.
Llegamos a su casa y en lugar de irnos a dormir como personas normales que han estado todo el día viajando, nos fuimos las tres de fiesta por Budapest. Hice muy buenas migas con las chicas y con otro amigo suyo, e incluso me encontré un español por la calle.
A la mañana siguiente nos subimos en el tren para ir a Debrecen y después de tres larguiiiiísimas horas llegamos a la ciudad. Mi coordinadora me estaba esperando en la estación y nos dirigimos hacia mi nuevo piso.
Gracias a dios estaba cerca del centro, y cuando llegué me encontré con mi compañero Federico y su mamma italiana. Una mujer graciosísima que no hacía más que limpiar, cocinar y comprar cosas para la casa. Se la echa de menos...
Ya sé que este post no es muy interesante pero estoy un poco sosa y no se me ocurre qué más contar sobre esto, en el siguiente procuraré ser más divertida.

¡Sziasztok!

El idioma del diablo

Cuando supe que iba a venir a vivir a Hungría comencé a informarme sobre el idioma de este país, más conocido como "el idioma del diablo". La primera vez que escuché esta expresión pensé que no sería para tanto, ¡pero me equivocaba! SÍ es para tanto y NO tiene nada, pero que nada que ver con el español. Para empezar, el húngaro tiene 14 vocales y la mayoría de ellas suenan prácticamente igual para el oído hispano. Esto quiere decir que no tenemos el mismo repertorio de sonidos y que un español difícilmente lograría aprender la diferencia. Pero esto no me desanimó, así que seguí investigando las rarezas de este idioma.
En húngaro tenemos que decir hola u holas depende de si estamos saludando a una persona o a dos o más, así que se traduce como szia o sziastok. Además se utilizan las mismas palabras para despedirse. Hasta ahí todo bien, ¿no? Parece fácil, pero además de esto también dicen hello tanto para hola y adiós, y luego para despedirse hay además una palabra impronunciable para mí: viszontlátásra.
Recuerdo que al segundo día de llegar, estaba en el coche hablando con Federico mientras me enseñaba las palabras básicas. Cuando surgió ésta, me tuvo repitiéndola una y otra vez porque la pronunciaba mal. Al cabo de media hora de risas por su parte e innumerables intentos por la mía, acabó explicándome que si no me salía podía probar con la forma abreviada: viszlát. La cara que se me quedó fue para hacerle una foto, y cuanto más me enfadaba yo con Fede por tenerme repitiendo la palabra una y otra vez como una panoli, más se reía él. Al final me lo tomé humor, y ahora cada vez que estamos juntos y conocemos a algún húngaro me pide entre risas: "Kim, ¡di viszontlátásra!". Prometo que algún día aprenderé a pronunciar la condenada palabra.
Otro aspecto curioso de este idioma es que a veces, en lugar de formar una frase con diferentes palabras, ¡las comprimen en menos de la mitad! Por lo que una frase con 5 palabras en castellano, puede quedar con 1 o 2 en húngaro. Éstas palabras las unen mediante vocales que, además, tienen que concordar entre ellas. Hay dos tipos de vocales y no puedes mezclarlas en una misma palabra. Pero claaaro, ¡¡¡eso no es problema para ellos ya que tienen 14 malditas vocales!!!
Como podéis ver, el húngaro no es nada fácil, y eso que solo he comentado alguna de sus particularidades. Pero no voy a aburriros más sobre lo condenadamente chungo que es este nuevo idioma que he de aprender, así que espero que con esto hayáis tenido suficiente húngaro de por vida y que ni se os ocurra intentar aprenderlo.
A día de hoy, estoy dando una clase de húngaro a la semana en uno de los institutos en los que trabajo. Poco a poco aprendo a pronunciar alguna palabra que minutos después se me olvida. Pero bueno, tengo un año entero para conseguir coordinar dos frases seguidas.